lunes, 18 de noviembre de 2013

PP: No dejes que la realidad te estropee un bonito titular

Aunque parecía que el gobierno se mostraba incapaz de sacarnos de la crisis, e incluso alguna de sus declaraciones indicaban que había arrojado la toalla al respecto, descubrieron un resquicio de luz en la cueva de la crisis, el aumento de las exportaciones, y se han aferrado a él de manera que cada vez, como si de una droga se tratara, nos trasmiten mayores dosis de optimismo, hasta el punto que algunos de los ministros, como Montoro, desbordan una extraordinaria alegría cuando hablan del fin de la recesión y la entrada en una nueva época de bonanza económica sin límites en lo que autodenominan el milagro español.

Dejando aparte una serie de problemas estructurales que aún acechan a la economía española, que por citar los más llamativos serían el paro, la deuda pública o el déficit, quiero señalar uno que por no permanecer al ámbito de la macroeconomía, no se menciona en los círculos económicos, que es la precariedad de las economías familiares.

Las medidas de ajuste del gobierno han ido encaminadas al aumento de la presión fiscal (IVA, IRPF e impuestos especiales, a lo que hay que sumar el aumento de la presión fiscal local en temas como el IBI, tráfico, multas y sanciones, etc.), a una disminución de los servicios asumidos por el estado (sobre todo en sanidad, educación y pensiones y prestaciones) y a una reducción o como mínimo congelación de salarios, tanto públicos como privados.

Y a esto hay que sumar una gran parte de la población activa en situación de desempleo, junto con un encarecimiento de servicios básicos como la energía o el carburante.

Traducido a la economía familiar, entendiendo por este tipo de economía la que forman varios miembros agrupados en el núcleo familiar que comparten gastos e ingresos, significa que por un lado se han incrementado los gastos corrientes de estas familias, con una disminución drástica de sus ingresos (congelación salarial, de pensiones de los miembros inactivos y desempleo en alguno de sus miembros) por lo que el poder adquisitivo y de ahorro del núcleo familiar ha disminuido drásticamente.

A esto hay que añadir la dificultad de acceder al crédito y al endeudamiento como forma de acometer momentos de dificultad, por la constricción radical del crédito debido a las reformas financieras y al encarecimiento del dinero.

Por tanto, nos encontramos que el primer embate de la crisis, el de 2009-2010 las familias lo resolvieron en mayor o menor medida, que el segundo embate, el de 2012-2013, está dejando a muchas familias fuera de juego, pero que un tercer embate traería consigo un más que previsible colapso económico por la incapacidad de las familias para resistirlo.

¿Y por qué está pasando esto? Porque las medidas económicas que se están tomando van encaminadas a remunerar el capital en vez de a la mano de obra, en la errónea idea de pensar que el capital trae consigo crecimiento, errónea porque el capital es volátil, no se fija, y el crecimiento que se plasme en España en las circunstancias actuales va a crear una riqueza que migrará a la velocidad de un click en el teclado del ratón a invertirse en cualquier producto financiero en cualquier parte del mundo, al contrario que la remuneración a la mano de obra, que genera riqueza local y tangible.

Y no hablo de un sistema comunista, sino el aplicar medidas a reducir la presión fiscal, incentivar el consumo, reducir los costos financieros y energéticos y recuperar los servicios sociales básicos.

Porque la riqueza mejor repartida permite a la sociedad y a la economía en general soportar mejor los embates de las crisis que cuando, como es el caso actual, las políticas de ajuste polarizan la riqueza, que dejan a la mayoría de la sociedad desprotegida y sin capacidad de reacción.

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