Muchos de nosotros vamos a comprar ropa a cadenas que tienen unos precios muy bajos, a una calidad aceptable. No es por ahorro, sino porque muchas veces no nos podemos permitir algo más caro. Esas cadenas de ropa barata triunfan entre las clases menos pudientes, es una manera de poder vestir algo decente a un precio razonable.
Esa es una de las caras de la pobreza en este país, pero hay otra cara detrás de esas cadenas de ropa barata, la de los que por un salario de miseria y sin ningún derecho laboral las cosen es el otro lado del mundo.
Y entre medio, cadenas multinacionales que juegan a estudiar cual es el precio más alto al que pueden vender esas prendas frente al mínimo coste laboral que deben pagar, ya que esa diferencia es su margen comercial.
Esas son las consecuencias de la globalización, Pobres del tercer mundo trabajando para pobres del primer mundo mientras unos pocos, cada vez menos, se enriquecen, cada vez más, de esa situación. Es la miserización de la miseria. Mientras exista una brecha entre la riqueza entre países, habrá quien se lleve esa diferencia calentita en dinero para su bolsillo.
Y es una situación muy difícil de remediar. Cualquiera de las soluciones es mala. Es muy difícil impedir la entrada de productos baratos extranjeros debido a las grandes zonas económicas que se han creado. Sólo hay que verlo con el acero chino, que ha inundado el mercado. Beneficia a unos, perjudica a otros, y es difícil encontrar un consenso para poner aranceles. Los consumidores de acero contentos por que se abaratan sus costes productivos, los productores, abocados a cerrar.
Lo mismo ha pasado con la caída a nivel mundial del precio del petróleo por la guerra entre el fracking estadounidense y la sobreproducción de Arabia Saudí. Se ha abaratado la factura energética (menos en España, que es diferente) pero la industria anexa al mundo del petróleo (acero para gaseoductos, astilleros para nuevos buques gaseros y de prospección) ha sufrido una crisis importante.
Con la miserización de la misera también pasa lo mismo. Desaparece la industria en Europa trasladándose a Asia, que tiene una mano de obra más barata. Pero nuestros pobres necesitan cubrir sus necesidades básicas, y los pobres de Asia necesitan un trabajo, aunque sea miserable. Y además, en medio, empresas multinacionales que buscan pagar el menor volumen de impuestos posible.
¿A qué nos está llevando esto?
1. A que no se cree riqueza en el tercer mundo. Si el coste de mano de obra en India sube, la producción se traslada a BanglaDesh, Y cuando ahí suba de precio, se trasladará a otro lado. En un mundo con 6.000 millones de pobres la mano de obra barata no va a ser el problema.
2. Los países industrializados ven cómo se va cerrando su industria. Las fábricas disminuyen su producción hasta que languidecen y desaparecen.
3. Se produce una concentración industrial importante. Pero no nos equivoquemos, no se compran centros de producción, se compran mercados. La producción se deriva a donde es más barato fabricar.
4. Los países industrializados se quedan sin ingresos. Los derivados de las rentas de trabajo cada vez son menores por la destrucción de empleo y los derivados del capital disminuyen por la fuga de impuestos a paraísos fiscales, ya sean legales (Irlanda, Luxemburgo) o de dudosa transparencia (Suiza).
5. Si disminuyen los ingresos, aumenta la deuda y disminuyen los servicios hacia los ciudadanos, en una espiral diabólica, mientras que por el contrario, la riqueza de esa miserización se concentra en unas pocas manos. Y ya no sólo no se van a poder mantener a las clases pasivas (jubilados y parados) sino que las subvenciones y otras ayudas no van a ser suficientes como para que las multinacionales mantengan sus centros de producción en el primer mundo.
A eso hay que sumar tres factores adicionales.
- El primero, la irrupción del coche eléctrico, que va a hacer caer la demanda de acero especial (se acabó el fabricar bloques de motor, uno de los mayores consumidores de acero actualmente) y en parte estructural (la industria petrolera, con gaseoductos y estructuras de extracción, otro de los grandes consumidores de acero.
- El segundo, se permitirá una mayor penetración de energías renovables, sobre todo fotovoltaica y eólica, mucho más baratas que las convencionales con un comportamiento caótico e impredecible por una parte del precio de la energía, y una caída generalizada del precio del petróleo, que convertirá a Oriente Medio en un gran avispero.
- La explosión de la Inteligencia Artificial, que se traducirá en una mayor automatización de los procesos, con una disminución drástica de la mano de obra en muchos sectores (transporte, sector financiero, telecomunicaciones, agricultura...). Esto trasladará a muchas empresas no en la búsqueda de la mano de obra barata, sino en la de la energía barata.
El mundo está cambiando, y lo que sucederá, es impredecible. Sólo se puede asegurar que el capital va a ganar durante un tiempo, pero que al final le van a sobrar pobres a los que explotar porque no va a tener pobres a los que vender su producto.
¿Puede ser la solución la Renta Básica Universal? Esta pregunta concatena con la siguiente ¿De dónde se va a sacar dinero para pagarla? Respondiendo a esta pregunta, sabiendo que el capital va a evitar en la medida de lo posible pagar impuestos, y que éstos van a recaer sobre los pocos trabajadores que queden... ¿se va a socializar la pobreza?
¿La alternativa es la que propone Trump o los del Brexit, el cierre de las fronteras y protección del mercado interior? Esto puede traer consigo conflictos bélicos importantes, en la lucha por controlar los recursos para uno mismo, como ha ocurrido en el pasado.
Mal pinta esto, la verdad...
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Una de las primeras labores de Álvaro, dentro de su cargo en la cartera de las eléctricas, ha sido realizar una subida retroactiva del recibo de la luz a todos y cada uno de nosotros, para satisfacer a un sistema deficitario en el que tan sólo puede haber un ganador (en este caso 4, las 4 distribuidoras), en el que se ha enmascarado el famoso déficit de tarifa trasladándolo a hurtadillas, con nocturnidad y alevosía, a los pequeños productores del régimen especial, esos que pagan un 7% de impuesto de electricidad en su producción frente al 5% de las nucleares... pero ese es otro cantar, que me enervo.
