domingo, 10 de septiembre de 2017

Lo que los catalanes no son capaces de entender

Estamos llegando a un punto de inflexión del proceso independentista. Con mucho ruido mediático, con mucha tensión política, se ha convocado el referéndum para pedir la opinión sobre la posible independencia a los ciudadanos. Desde Madrid se afirma que no habrá referéndum, desde Barcelona no se pone en duda.

En medio, los ciudadanos, los catalanes, los españoles... unos pensando que se trata de un asunto doméstico catalán, otros que es algo que interesa a todos los españoles.

Y en el fondo es que los catalanes no son capaces de entender las cosas.

No entienden que a los que se les llena la boca de legalidad sean precisamente los que están un día sí, otro también, en los tribunales, acusados de robar el dinero público por volquetes.

No entienden que se les llene la boca con la palabra democracia a aquellos que impiden cualquier consulta a la ciudadanía. Que han llegado a negar el derecho de consultar hasta las corridas de toros en San Sebastián, por diosssss.

No entienden que hablen de prevaricación por usar fondos públicos para el referéndum aquellos que han entregado 60.000 millones de euros por la patilla a la banca, sin preguntar, y sin exigir ningún tipo de garantías.

No entienden que se exija diálogo por parte de aquellos que lo único que han hecho en 10 años es menospreciar, insultar y boicotear todo lo que suena a catalán, sin haberse movido ni un ápice en sus planteamientos.

No entienden que hablen de los derechos y la dignidad de los ciudadanos de este país aquellos que aprobaron una salvaje reforma laboral que dejaba a los trabajadores a los pies de las empresas al grito de "Que se jodan"

No entienden que hablen de una unidad de España aquellos que la vendieron a los mercados extranjeros con la aprobación del artículo 135 de la Constitución, aquel que por si alguien no lo sabe, otorgaba preferencia a pagar la deuda extranjera a la dignidad de los españoles.

No entienden que se critique un nacionalismo contraponiendo otro rancio, casposo, fuera de lugar y que hace 40 años debía haber desaparecido.

En definitiva, los catalanes no son capaces de entender muchas cosas.

Y yo, tampoco.

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