lunes, 10 de febrero de 2014

La relación entre el calentamiento global y los fuertes temporales en el Norte de España

Llevamos ya varios inviernos un poco extraños. Ha aparecido en nuestro vocabulario el término ciclogénesis explosiva y el viento sur predomina con fuerza en nuestros inviernos, más lluviosos, con un mar más encabritado, con más días nublados y lluviosos, con más frío, pero a la vez con temperaturas mas suaves, entendiendo por suaves con menor variación térmica a lo largo del invierno.

Y este invierno se está caracterizando por una mar especialmente embravecida y unos episodios ventosos excepcionales, pero... ¿por qué?

El hemisferio norte tiene unas características climáticas especiales. Existen dos continentes separados por dos océanos. En invierno el mar recibe menos horas de insolación solar y tiende a enfriarse, por lo que el aire en contacto con ese agua también se enfría y por tanto aumenta su densidad. El aire, al ser más denso tiende a concentrarse y atrae masas de aire de los continentes adyacentes.

Esas masas de aire al desplazarse hacia el interior de los océanos generan vientos. Pero debido al giro de la tierra, por las fuerzas de coriolis, hacen que giren en forma de remolinos, formando borrascas que giran en el sentido contrario a las agujas del reloj.

Se produce una circulación general en los océanos del hemisferio norte que asciende desde los países del sur de Europa (España) hacia el norte (Países nórdicos) y que desciende por la costa Este norteamericana, mientras que en el Pacífico esa corriente asciende desde California hasta Canadá y desciende por la costa Oeste rusa hacia Japón.

En líneas generales se puede concluir que la costa este norteamericana es en general más fría que la oeste europea. Es por ello que en Nueva York, a una latitud similar a La Coruña, nieve con relativa frecuencia mientras que el la ciudad gallega sea algo excepcional. Y lo mismo pasa en el Pacífico.

En cambio, en zonas donde el mar recibe más horas de insolación, éste se encuentra más caliente, y también calienta al aire que se encuentra en contacto con él, por lo que aumenta de densidad y tiende a expandirse, a circular hacia afuera, y el movimiento de la tierra lo hace girar, en este caso en el sentido de las agujas del reloj, ya que se trata del movimiento opuesto al señalado para la borrasca.

Nuestro famoso anticiclón de las Azores, el que se forma en el Atlántico, se desplaza de sur a norte en verano, por el cambio relativo del eje de la tierra (que está inclinada) y se desplaza hacia el sur en invierno, ya que esa inclinación hace que en invierno los rayos de sol apenas calienten el océano en el norte.

Además de esto, existe una circulación ciclónica a gran velocidad alrededor del polo norte, circulación que hace que se produzca una profunda depresión en el eje de la tierra, y que los vientos circulen hacia ella, manteniendo las masas frías de aire en contacto con el hielo ártico muy cerca del polo.

Esto es al final un delicado equilibrio mediante el cual el clima en los continentes del hemisferio norte se mantiene más o menos estable. Pero algo ha roto el equilibrio. Se está produciendo un calentamiento global. Los científicos sostienen que se debe al aumento de la capa de CO2 en zonas altas de la atmósfera, en la estratosfera, donde debido a que la distancia con la superficie de la tierra es muy grande, no se producen grandes turbulencias en las masas de aire y éste se mantiene estratificado en capas, en algunas de las cuales se aloja el CO2 que provoca un efecto invernadero, dejando pasar la radiación que llega del sol, pero no dejando que escape la rebotada, aumentando la temperatura de la tierra en su conjunto.

Y este calor acumulado está provocando una serie de efectos en el clima del hemisferio norte. El primero, se están fundiendo los polos. El agua que se funde absorbe calor y mantiene la temperatura global constante (hasta que se fundan del todo) pero el equilibrio se modifica. El agua de los polos va a parar al océano, enfriándolo, y por tanto, enfriando el aire circundante más de lo que se enfriaría normalmente, por lo que aumenta la depresión oceánica en invierno, y por tanto, aumenta la circulación de aire en en el sentido contrario a las agujas del reloj, nuestras borrascas atlánticas.

A eso hay que sumar el fortalecimiento del anticiclón de las Azores, situado más al sur, por el efecto del calentamiento en las zonas más al sur. Más presión al sur, más depresión al norte, provocan que en la zona de contacto de ambos fenómenos se produzcan turbulencias, que se están manifestándose como pequeñas pero profundas borrascas que se forman al Oeste de Galicia y que barren rápidamente la costa norte española. Al avanzar tan rápidamente generan episodios de fuerte viento sur que azota nuestra costa y aumenta la temperatura, seguido de un episodio de viento del norte que trae algo de nieve y sobre todo mucha humedad y lluvia.

Y así llevamos el invierno en el sur de la Europa Atlántica, pero no es el único fenómeno que se está produciendo debido a ese enfriamiento del océano por la fusión de los polos. En el norte polar los vientos de la borrasca circulan de oeste a este, contraponiéndose con la corriente ciclónica polar, por lo que la velocidad de ésta ha disminuido, y las masas de aire gélidas que esa corriente polar mantiene pegada al polo se están descolgando, y la borrasca atlántica las está metiendo de lleno en la costa Este de Estados Unidos y Canadá, provocando este invierno tan duro que están sufriendo.

Estos efectos debido a que el océano Atlántico es considerablemente más estrecho que el Pacífico, se están manifestando de forma más cruda en Europa y en la costa Este norteamericana, aunque el Pacífico está generando también profundas depresiones en forma de ciclones que están azotando el Este de Asia.

Las consecuencias del cambio climático son muy complejas e impredecibles. Esto es lo que está pasando en invierno, pero en verano, con un anticiclón de las Azores cara vez más fuerte por el calentamiento son previsibles fuertes sequías en nuestra zona. ¿Se puede empezar a cuantificar el coste de este cambio climático? Bueno, parece que los destrozos de los temporales en la costa norte española, y el mantener a la flota amarrada todo el invierno, así como los costes por el invierno tan crudo en EEUU son perfectamente cuantificables.

¿Tardaremos mucho en ver una catarata de pleitos contra la industria petrolera similar al precedente tabacalero solicitando millonarias indemnizaciones por las consecuencias del cambio climático?

Para acabar, agradeceros a todos los que habéis participado en la campaña de compra de libros. Puedes adquirir cualquiera de mis libros. Puedes informarte aquí.

¿Te ha gustado el artículo? Puedes entrar en el Área de Debate (Pincha aquí para el debate), un hilo vinculado a este artículo abierto en el foro "burbuja.info"

Si te gustaría ayudar a difundirlo, puede subirlo a Menéame (Pincha aquí para menearlo)

Si te gusta el blog, puedes seguir esta página de facebook (pincha aquí y dale "megusta") o seguir al usuario de twitter (Pincha aquí y sígueme)


No hay comentarios:

Publicar un comentario