viernes, 22 de enero de 2016

Garoña, ¿el nuevo Castor?

Estos días se están aireando movimientos que desde el Consejo de Seguridad Nuclear, el gobierno en funciones y Nuclenor están dando alrededor de Garoña. Al parecer el gobierno puede estar dando pasos para la reapertura de la central nuclear y garantizar su funcionamiento hasta 2031.
 
Lo que nos tememos es que si el CSN da el visto bueno a las medidas de seguridad implantadas por Iberdrola y ENDESA no exista excusa para mantener parada la central, y el gobierno autorice su reapertura, pero introduciendo letra pequeña de esa que nadie lee, y que después de lo de Castor o las autopistas radiales de Madrid, ha salido a colación.
 
Es posible que el gobierno garantice el lucro cesante de la central si desde éste ejecutivo u otro posterior se decidiera cerrar la central. O lo que es lo mismo, se blinde mediante una indemnización que podría llegar a los 2.500 millones de €, cifra a la que se llega mediante un sencillo cálculo, procedente de multiplicar la potencia de la central por las horas equivalente anuales de producción y sus 15 años de vida alargados, al precio de la energía actual y el beneficio que le reporta a Nuclenor.
 
¿Algo impensable? Al parecer es una fórmula muy utilizada últimamente. Se da una concesión administrativa a empresas privadas para que hagan determinadas inversiones por su cuenta pero corriendo el riesgo el estado. Si ganan, beneficio para ellas, si pierden, indemnización del estado.
 
Vayamos al análisis de producción energética de Garoña. Su contribución al sistema eléctrico es de aproximadamente 4.000 GWh anualmente, lo que representa un % muy pequeño con respecto a la demanda anual española, cifrada en alrededor de 250.000 GWh, apenas un 1'6%, algo que desmiente las declaraciones del ministro de Industria, José Manuel Soria, sobre la necesidad de la central.
 
Entonces... ¿Por qué ese interés del gobierno y de Nuclenor por reabrirla? Porque sólo reporta beneficios para Iberdrola y ENDESA. Garoña no va a estar 15 años en marcha, pero sus promotores se van a asegurar unos ingresos sí o sí de 2.500 millones de €.
 
Garoña ya no es una central nuclear, no es un sistema de producción de energía eléctrica. Tan sólo es un producto financiero ventajoso. Su cierre no implica un quebranto al sistema eléctrico español, donde ya se han cerrado otras centrales, como Zorita. Pero mientras el cierre de Zorita supuso gastos para las eléctricas, y en un volumen inesperado, el de Garoña puede reportar importantes beneficios.
 
Anexo: Consecuencias de un accidente nuclear en Garoña.
 
Independientemente del artículo, simplemente quiero analizar qué pasaría en caso de un accidente nuclear en la central de Garoña. Después de lo ocurrido en Chernóbil primero y en Fukushima I (central gemela a la de Garoña) más recientemente, lo más peligroso que puede ocurrir en estas centrales es que el núcleo pierda la refrigeración, o sea, que tanto las bombas normales como las redundantes dejen de funcionar, y que la temperatura del núcleo aumente por encima de los 100 ºC en situación de parada técnica o de emergencia.
 
En ese caso, el agua que refrigera el núcleo no evacuaría su calor y podría llegar a hervir, lo que daría lugar a una pérdida de la cobertura de agua sobre ese núcleo. El núcleo expuesto al aire aumenta rápidamente su temperatura, provocando una serie de sucesos en cadena.
 
Lo primero que se produce por las altas temperaturas es una disociación del agua en hidrógeno y oxígeno, amén de una producción protónica (átomos de hidrógeno) desde la propia reacción nuclear. El hidrógeno se concentra en la parte alta de la cúpula del reactor aumentando la presión hasta que se produce una explosión de la vasija, y emitiendo a la atmósfera un volumen importante de material radioactivo.
 
Aunque este es el efecto más espectacular del accidente nuclear, sin ser nada desdeñable la formación de la nube radioactiva, no es el peor problema. La nube radioactiva se compone de materiales de vida corta, producidos por la reacción nuclear, todavía semicontrolada. Suministrando iodo a la población, se puede paliar en parte el problema, pero esto no ha hecho más que empezar.
 
La explosión libera la presión de la vasija del reactor. Y esa caída de la presión hace que toda el agua del reactor se evapore inmediatamente. El grafito del moderador arde inmediatamente y se libera en forma de CO2 y sin moderador, la reacción se convierte en incontrolable. Rápidamente alcanza los 1.500 ºC y se funde el acero que contiene el uranio y toda la masa se funde y cae al fondo de la vasija.
 
La temperatura no para de crecer, llegando a los 6.000 ºC. No hay material que aguante esa temperatura sin fundirse, y el hormigón del fondo de la vasija se funde. El núcleo avanza hacia abajo, hasta llegar al agua del Ebro. El agua se evapora inmediatamente a esas temperatura, pero el Ebro tiene mucha agua, y poco a poco se enfría el núcleo, convertido en una masa informe que no sabemos, con la tecnología actual, cómo controlar. No tenemos moderador, el acero ha desaparecido y aquello es una bola (el famoso pie de elefante de Chernóbil) altamente radioactivo, que lo único que podemos hacer es mantenerlo a unas temperaturas por debajo de los 100 ºC.
 
¿Y cómo podemos hacerlo? Manteniéndolo dentro del lecho del Ebro. Haciendo fluir agua y sacándola caliente... o sea, lo que se está haciendo en Fukushima. Un agua que irá a Sobrón, de ahí fluirá a Miranda, a Logroño... Zaragoza... hasta Tortosa. Adiós a los vinos de Rioja, a la huerta navarra, a las jotas del Pilar.
 
El agua llegará al Mediterráneo. Se acabó ir a la playa a Salou, a Castellón. Después las Baleares, la Costa Azul. El Mediterráneo no es el Pacífico, es un mar cerrado. Y mientras, tanto aquí como en Japón, miles de ingenieros rompiéndose la cabeza intentado descubrir cómo poder contener un núcleo en reacción que si dejas de refrigerar, rápidamente te sube la temperatura por encima de los 3.000 ºC, por encima del punto de fusión de cualquier material conocido.
 
Pero sabemos que esto nunca puede pasar, ya que Garoña es segura, tanto como lo era en su día Fukushima, que si bien fue afectada por un terremoto y un tsunami, no hay que olvidar que se había diseñado para soportar ese terremoto y ese tsunami. Y que los sistemas de emergencia funcionaron, deteniendo inmediatamente la central, y que el único problema sobrevino cuando fallaron los sistemas de refrigeración. ¿Podría eso pasar en Garoña? Con la misma probabilidad que en Fukushima, ni más, ni menos. Un atentado, la rotura de la presa de Cillaperlata...

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