viernes, 16 de mayo de 2014

La política de austeridad explicada en la sabana africana

Imaginemos la sabana africana, con sus antílopes, sus ñus, sus leones, sus guepardos, sus hierbajos, arboles, y su lluvia estacional. Una vez al año llueve, y esa lluvia reverdece las plantas, alimenta a los herbívoros y en última instancia a los carnívoros.

Ha de pasar un tiempo desde que se produce la inyección de alimento (agua de lluvia) hasta que la población de leones aumenta, pero la población de carnívoros necesita ese agua para poder crecer. Y los años en los que la lluvia es escasa, son los que más sufren su escasez. ¿Los leones se alimentan de agua? No, se alimentan de antílopes, que a su vez se alimentan de hierba, y ésta crece con el agua.

El limitante económico en la sabana es el agua, necesaria para que las plantas puedan transformar en materia viva la materia orgánica existente en el suelo. En la economía humana pasa lo mismo, el capital es el limitante necesario para activar los procesos económicos. Si no hay capital, no se pueden comprar herramientas, no se puede fabricar maquinaria, no se pueden extraer las materias primas del suelo, no se puede crear riqueza y alimentar a toda la población.

Si las lluvias en la sabana son abundantes, toda ella reverdecerá. Las plantas crecerán por doquier. Los herbívoros podrán alimentarse en muchos lugares y los carnívoros aumentarán su población, ya que será más sencillo alimentarse.

Pero después de la época de lluvias, el agua se concentra en charcas y arroyos. Dentro del agua no crece la hierba, solo alrededor de las charcas. El agua concentrada no es capaz de alimentar tantas plantas. Aunque haya un volumen de agua similar, no toda la sabana está verde, sólo una zona alrededor de la charca. Allí es donde acuden los herbívoros a comer, y tras ellos los carnívoros. Pero no hay comida para todos, aparece el hambre.

Traspasándolo a la economía humana el símil es muy parecido. Si el capital se concentra, se acumula, ya no mueve la economía. Se crea riqueza tan solo alrededor del capital, pero si no hay reparto de ese capital, la economía general cae, se limita.

Con el agua concentrada en charcas la sabana pasa hambre, y se ve obligada a utilizar sus reservas. Las plantas se esconden como semillas, los herbívoros empiezan a disminuir su población comidos por los carnívoros, y éstos, con cada vez menos recursos, empiezan a consumir sus reservas de grasa, esa grasa que han acumulado durante las épocas de alimento en abundancia.

Y esa falta de grasa acumulada, obliga a la manada de leones o a los guepardos, a destinar las pocas energías que les quedan a atacar a animales débiles o enfermos. Ya no cazan al ñu de 200 kilos de peso, una reserva de carne importante, sino que por falta de fuerzas deben cazar antílopes enfermos de 60 kilos. Es una caza mucho menos eficiente, se consume más energía por kg cazado en el antílope enfermo, aunque es más fácil de cazar.

En nuestra economía, cuando no hay capital, cuando no hay reparto de riqueza y no llegamos a cubrir nuestras necesidades, vamos consumiendo nuestros ahorros, que son destinados a cubrir nuestras necesidades básicas. Y como no podemos comprarnos una nevera más eficiente por ser más cara, gastamos más en energía. No podemos cambiar de coche, y nos quedamos con uno que tiene más averías y consume más gasolina. En definitiva, la falta de capital nos hace menos eficientes.

Pero la economía humana tiene una capacidad que no tiene la naturaleza, que es la capacidad de endeudamiento, o sea, gastar ahora con cargo al futuro. Y en la economía europea está pasando con las políticas de ajuste lo mismo que en la sabana africana.

Si no hay lluvia, el agua se acumula en charcas. El capital se está acumulando en pocas manos.

Si no hay un gasto en irrigación, el agua no sale de las charcas. Si no hay una política de gasto público, el capital no se mueve.

Si no hay agua, los animales se debilitan y tienen que utilizar sus reservas de grasa. Si no hay capital para poder mantener nuestros gastos de supervivencia, debemos usar nuestros ahorros.

El animal débil empieza a cazar y alimentarse de forma menos eficiente. Ni no llegamos a fin de mes menos aún vamos a poder cambiar nuestros coches, neveras o cocinas por otros de menor consumo, por lo que para el mismo resultado, tenemos más gasto, tenemos una economía menos eficiente.

Se producen migraciones de animales a las charcas en busca de comida, donde malviven depredándose los unos a los otros sin que el agua acumulada en la charca, aunque abundante, cree la suficiente hierba para mantener el ecosistema. Las personas sin trabajo se trasladan a las zonas más ricas en busca de oportunidades, y alrededor de las ciudades donde hay riqueza se crean barrios marginales.

Se produce un equilibrio en el cual una parte importante de los animales muere. En la economía humana, para evitar la muerte de las personas, es necesario endeudarse. Y como el capital está concentrado, el endeudamiento es caro y no crea riqueza sino que va únicamente a mantener el gasto para cubrir las necesidades mínimas.

En Europa, si seguimos con la sequía de la política de austeridad, la economía colapsará. En la sabana, tarde o temprano las charcas se secan. En Europa no se están creando barrios marginales alrededor de las grandes ciudades, sino que se están creando países marginales alrededor de las grandes economías centroeuropeas.

Todas las medidas para reducir el gasto público restringen el reparto de capital y de riqueza, y lo que se está consiguiendo es crisis, emigración, polarización de la riqueza y un aumento del endeudamiento general. En la sabana se produciría reducción de la comida, migraciones hacia las charcas, charcas separadas unas de otras y la muerte de gran parte de los individuos... porque en la sabana no existe el endeudamiento.

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