Ya se acaba la campaña a las europeas, una campaña marcada por la lejanía de los políticos de la población, una población cansada, hastiada de su incompetencia, que ha dejado de creer en que puedan ser capaces de sacarnos de la crisis, una crisis que además algunos de ellos hasta niegan que exista, mostrándonos cifras macroeconómicas que se nos antojan lejanas e irreales.
Una campaña en la cual no se ha explicado lo más importante. No se nos ha explicado qué es lo que votamos. Los más avispados creen que se va a elegir incluso al presidente de la Comunidad Europea, que va a pasar a ser electo en vez de ser de turno como hasta ahora. Sin embargo, en una Europa sin Constitución ese presidente va a tener el mismo poder que el de turno; servirá para marcar la política de los países más débiles, dictada en los despachos de las empresas situadas en los países más ricos.
Europa no tiene Constitución porque nadie con dos dedos de frente sometería al juicio de los ciudadanos una Constitución orientada hacia los mercados en vez de a las personas. Y no tendría sentido ofrecernos una Constitución orientada hacia las personas que chocara con los artículos 135 que se han impuesto en muchas Constituciones de los países que conforman la Comunidad Europea, artículos 135 a los que nadie votaría a favor.
Y nos piden que votemos para elegir un Parlamento Europeo en esa Europa sin Constitución, sin informarnos sobre lo qué votamos, sin una campaña para dar a conocer lo que significa y vale nuestro voto, una decisión tomada al parecer por la junta electoral. Con dos cojones, oiga.
Lo único que vemos es una patética campaña electoral en la que los del PSOE comenzaron haciendo el ridículo gracias a las estúpidas intervenciones de su candidata, Elena Valenciano, con chorradas como que sus ídolos eran Felipe González (el que además pedía un gobierno de concentración), Jesucristo y el Ché Guevara. Seguramente los mortales, muy por debajo de su síntesis mental no entendimos lo que significaba esa idiotez.
Y el candidato del otro lado, Papá Pitufo (¿quien hostias diseña los carteles electorales?) se encarga en hacer lista a la Valenciano gracias a unas declaraciones ampliamente jaleadas inicialmente por sus correligionarios, disculpadas después con la boca pequeña, acerca de su superioridad intelectual. Y como no se entera de la misa la media, aún no se ha dado cuenta que no ha ofendido a Elena Valenciano, a la que consideramos a su altura intelectual, sino a los españoles, que somos a quienes nos ha llamado imbéciles, y a los que nos sigue tratando como idiotas negando la realidad de la profunda depresión en la que se encuentra inmersa nuestra economía, maquillada con datos estadísticos que en el caso del paro se debe recurrir a la derivada segunda para encontrar datos positivos, como es el hecho de que la curva de destrucción de empleo ha cambiado de tendencia... en fin.
En medio de la campaña, un ajuste de cuentas entre traficantes de influencias se nos ha intentado vender como un asesinato político, y ha servido de excusa para criminalizar a la opinión pública ajena a las corrientes oficiales, realizando operaciones de escarmiento propias de otros tiempos, con el fin último de asustar a una ciudadanía aislada y desorganizada que muestra su indignación desde el "anonimato" de una red social. Nos han demostrado que no existe ese anonimato, por lo que el siguiente paso a seguir por los ciudadanos aislados y desorganizados será unirnos y organizarnos.
Por lo demás, más de lo mismo. La izquierda desorganizada, desorientada y desencantada, polarizándose en grupúsculos heterogéneos y personalistas. El nacionalismo, a su rollo, ya que esto no va con ellos. La extrema derecha populista, encarnada en ese engendro llamado VOX, que se encuentra con que el tradicionalismo católico lo encarna perfectamente el PP y que el nacionalismo español exacerbado se lo reparten entre UPyD y el oportunista Ciudadanos, nacido a la sombra del independentismo catalán, y que sólo le queda pescar entre los anarkoliberales, especie teórica de frikis de la economía que viven en los mundos de Yupi de la mano invisible de Adam Smith.
En Europa tendremos lo mismo que en España. Un partido demócrata, un partido republicano, algo de izquierda multicolor socialista-comunista-ecologista-animalista-proderechosdelasminorías y los nacionalistas, encarnados en Europa por movimientos fascistas, xenófobos y de extrema derecha sin más recorrido que su propio país de origen.
El final de la campaña de las europeas tan sólo nos trae desafección y un sentimiento de rabia contenida que se sigue acentuando cada vez que al ver a alguno de los candidatos en televisión no podemos reprimir un "que hijodeputa" entre dientes.
Fin de la cita, que parece que llueve mucho y tal.
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